viernes, 29 de julio de 2016

Quistes de ovario en la infancia

(Reseña publicada en la WEB de la SEEAP el 19 de Abril de 2010)

Las lesiones quísticas del ovario son frecuentes durante la infancia y adolescencia. Su etiología depende del estadio de desarrollo del paciente y el estímulo hormonal presente. El tejido ovárico deriva embriológicamente de tres estructuras: mesénquima de la cresta urogenital, el epitelio germinal que recubre la cresta urogenital y las células germinales que surgen de un fondo de saco. Los folículos del ovario desarrollado contienen células de esas tres procedencias. La proliferación de las células germinales en el ovario ocurren en la semana 6-8 de gestación. En la semana 16 a 20 los oocitos comienzan a ser rodeados por células de la granulosa y surgen en el epitelio germinal, iniciándose la maduración del folículo. Los folículos son posteriormente rodeados por la teca, que procede del mesénquima de la cresta urogenital. Desde el comienzo de la vida fetal, y a lo largo de toda la vida reproductiva de la mujer, los folículos ováricos modifican los índices de maduración e involución. En el feto la estimulación de los folículos ocurre por influencia de los estrógenos maternos, HCG placentario y las gonadotrofinas fetales. Los quistes fetales son mas frecuentes en gestaciones complicadas por diabetes gestacional, toxemia o isoinmunización Rh; presumiblemente porque en esas situaciones se incrementa la producción de HCG por la placenta. La prevalencia de quistes ováricos diagnosticados por ecografía antes del parto es de 1 por cada 2500 nacidos vivos. Al nacimiento, aproximadamente el 98% de las niñas tienen quistes ováricos detectables por ecografia, aunque tan solo en el 20% estos quistes son mayores de 9 mm. Después del nacimiento, la HCG y estrógenos fetales, que dependen de los niveles pplacentarios y maternos, decrecen, en respuesta a este descenso se produce un pico de LH durante el 3º-4º mes de edad, tras este pico, los niveles de LH y FSH disminuyen, entrando los ovarios en un periodo de quiescencia. El aumento de las gonadotropinas en los primeros meses de edad y su persistencia se atribuye a inmadurez del eje hipotalamico-hipofisario-ovárico o gonadostato.
El tratamiento de los quistes ováricos postnatales va depender en gran medida de su tamaño, los quistes grandes pueden ser causa de polihidramnios, hipoplasia pulmonar o distocia, en estos casos la aspiración del contenido del quiste antes del parto puede estar indicada. En cuanto al tamaño de los quistes parece existir acuerdo en que todos los quistes mayores de 4 cm de diámetro deben aspirarse antes del parto. Como la mayoría de las torsiones de ovario se producen antenatalmente, la aspiración del quiste iría en la dirección de prevenir esta complicación, mas frecuente en los quistes de entre 2 y 3 cm de diámetro a las 35 semanas de edad gestacional.
Durante el periodo de lactancia debe tenerse en cuenta que los quistes ováricos representan la causa mas frecuente de lesión abdominal quística en la niña, debe realizarse diagnóstico diferencial con otras causas de masa abdominal: duplicación intestinal, linfangioma, quiste mesentéricos, quistes de colédoco, peritonitis meconial quística, mielomeningocele anterior, quistes onfalomesentéricos, quistes de uraco, quistes renales e hidrometrocolpos. Muchos de estos diagnóstico pueden ser razonablemente descartados después de ecografía. Los criterios diagnósticos de un quiste de ovario en una ecografía realizada a un neonato incluyen la detección de una lesión quística localizada en línea media, en un neonato hembra, identificación de una anatomía normal del tracto urinario, identificación de normalidad en las estructuras gastrointestinales.
En el caso de quistes muy grandes las manifestaciones clínicas postnatales pueden derivar de compresión de estructuras retroperitoneales, compresión de la vena cava, distres respiratorio. En otros casos la sintomatología deriva de la existencia de torsión ovárica o sangrado en el interior del quiste, pudiendo manifestarse con un cuadro de shock.
 Los quistes pueden ser simples o complejos, en estos últimos existen múltiples septos, hemorragias asociadas o componentes sólidos; este tipo de quistes se relacionan con mayor frecuencia con neoplasias. La malignización de un quiste de ovario es un hallazgo excepcional descrito en muy casos casos en la literatura internacional, en la mayoría de estos casos e trata de un teratoma. En los quistes de ovario de tamaño medio, menores de 2 cm, algunos autores recomiendan un tratamiento expectante en lactantes asintomáticos, que consiste en revisiones ecográficas periódicas analizando la existencia de septos, hemorragias o masas sólidas anexas al quiste, existencia de valores normales de HCG y alfa-fetoperoteína.

Durante el periodo prepuberal los quistes ováricos son menos frecuentes, debido a los bajos niveles de gonadotropinas y estrógenos. La aparición de quistes ováricos durante el periodo prepuberal se debe a liberación intermitente de gonadotropinas por una hipófisis en desarrollo. Los microquistes definidos como quistes de menos de 9 mm son frecuentes en este periodo, de hecho, la detección ecográfica de quistes de menos de 1 cm en este periodo pueden considerarse normales y la realización de estudios posteriores no se justifica. Puede consultarse el artículo de Mary L. Brandt and Michael A. Helmrath. Ovarian cysts in infants and children. Seminars in Pediatric Surgery 14 (2):78-85, 2005; para mayor información sobre el tema.
Prof. Dr. José Uberos Fernández

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